Empezaba a llenarse la Castellana de gente, y los autobuses de turistas no paraban de llegar para que éstos presenciaran qué ocurre en Madrid cuando su Real juega Champions.
Eran las 20.30 de la noche, y los rezagados apuraban su última cerveza para inmediatamente meterse a un estadio que irradiaba blancura.
Para aquellos que veían por primera vez el Bernabéu, el sentimiento de grandeza que les embriagaba apenas les dejaba articular palabra.
Quedaban diez minutos para el inicio del partido, y el Santiago Bernabéu a duras penas llenaba la mitad de su capacidad. Ocho minutos después, parecía otro estadio. No se veían huecos. La afición había venido.
Y entonces empezó todo.
Salieron los jugadores e, ipsofacto, lo hicieron unas cuantas docenas de niños que, tras varios ensayos, llegaron a la tela con forma de balón de fútbol, la agarraron y empezó a sonar esa bella melodía que silenció por unos segundos a decenas de miles de personas: El himno de la Champions League.
Aunque empezó bien el equipo holandés, poco a poco fue sucumbiendo al mejor equipo del mundo en las contras. Exceptuando algunos momentos de lucidez también en los últimos minutos del encuentro, el Madrid fue claramente superior, aunque no por eso el Ajax dejó de mostrarse luchador y un gran equipo. Los de Boer no lo hicieron nada mal, pero los de Karanka lo hicieron mejor. El triple, exactamente.
Bien es sabido que el Real Madrid en Champions es otro Real Madrid. Es su competición por excelencia. Olvidémonos de lo del año pasado.
Y sus jugadores, lo saben.
Por ello, ayer vi un Madrid relajado, tranquilo, confiado y sin prisas. Tocaba, buscaba espacios. ¿Que no se podía? Pues vuelta a empezar, atrás, tocamos... buscaban con mucha tranquilidad las ocasiones pero sin dejar de ser ese equipo ofensivo que nos gusta.
El Ajax destacó por la cantidad de robos de balón que consiguió y nos dejó algunos sustos en el área. Pero Casillas los salvó, que para eso está.
De la misma manera que el Ajax pudo marcar, el Real Madrid pudo marcar más. Hubo un par de ocasiones claras que, primero Benzemá y, más tarde Kaká, dejaron escapar.
Fue un partido bonito de ver. Emocionante, porque era Champions y porque el equipo holandés siempre lo pone difícil. Fue un Madrid unido, aunque algunas veces tuvieron que tirar de la individualidad para salvar algún balón.
El público estaba volcado. No hubo más de un minuto en que no se animara al conjunto blanco.
Era emocionante estar allí. Mourinho, desde su palco, se sentiría infinitamente orgulloso. Yo lo estaba.
Así que nos fuimos a las diez y media de la noche con un marcador a favor, con un Kaká renacido que nos dejo unas cuantas perlas, un Benzemá que se consolida por momentos, aunque tuvo algún fallo de manual, y un Cristiano guapo, rico y bueno. Ayer los tres mosqueteros de Florentino se ganaron el sueldo.
Y el primer gol... ¡ay! el primero gol. Ya muchos lo califican como "la contra perfecta".
Todos jugaron a pedir de boca. Xabi, como siempre y estando prácticamente sólo, cumplió a la perfección su papel, pues él fue el que empezó a abrir el partido tras unos primeros minutos del Ajax bien planteados.
Ozil, aunque aún un poco ausente para las maravillas a las que nos tiene acostumbrados, fue decisivo para el primer gol. Arbeloa, para mi gusto, hizo uno de sus mejores partidos en mucho tiempo. A Marcelo apenas se le echó de menos.
Ramos no estuvo mal, pero tampoco estuvo bien. Él sabe que no está en su mejor momento, y por eso mismo, aparecía cuando no se le esperaba.
Carvalho jugó como suele hacerlo, pasando desapercibido, pero ayudando y junto con el discípulo del gran Zidane, Varane, se vió una defensa algo más sólida de lo habitual.
En cuanto a Kedhira... sigo dudando que sea la mejor opción para ayudar a Xabi, y siendo sincera me hubiera gustado ver al Pirata.
En cuanto a los cambios, poco que decir. Di María sigue siendo una ratilla, y aunque su nerviosismo últimamente le pasa factura, resulta una maravilla verlo jugar.
El Pipa es otra historia. Me gusta que Mourinho confíe en él. Me gusta, porque no lo haría cualquiera.
Recuerdo hace exactamente un año, viendo un programa deportivo, invitaron a Higuaín para entrevistarlo. Había tenido un comienzo de temporada fantástico, y el público lo aclamaba.
Reconozco que le eché la cruz a ese programa en el que se dedicaron a despedazar al delantero blanco. Que si "yo pienso que eres malísimo", que si "por dos partidos no vas a dejar de ser malo"...
E Higuaín les dió bien en los morros en los siguientes partidos.
Pero se lesionó.
Sentí ganas de llorar.
Y resulta que Benzema se puso las pilas y está como está hoy. Y el Pipa está muy lento. Muy muy lento.
Y yo sé que es porque le faltan minutos. No porque se haya roto y haya pasado su época, no. Si no que le faltan minutos. ¿Y quien va a quitar a Benzema para sacar a Higuaín? Todos lo ven un suicidio.
Pues Mou.
Porque Mourinho sabe que el Pipa es un genio y que sólo le faltan minutos.
Pero qué mas da. Mourinho siempre lo hará mal. Si juega con los mismos titulares dos partidos, malo. Si confía en los suplentes, peor. Si confía en Lass, malo. Si lo saca a los 20 minutos porque está haciendo un bodrio, peor. Este Mou es malo, malísimo.
Lo dicho, el partido de ayer fue delicatessen.
Huele a décima.